Oremus pro pontifice


Con el dolor con el que se dice adiós a un padre, despedimos a su Santidad Benedicto XVI, quien desde hoy deja de ser nuestro Sumo Pontífice. Pero con alegría le guardamos un agradecido y profundo recuerdo a aquel que fue, durante su impagable pontificado, maestro de fe y fe vivida.


Bajo su gobierno, los católicos recordamos el siempre nuevo diálogo entre la fe y la razón en la búsqueda de la única verdad. Pero no una verdad fría, sino aquella que según se va conociendo y profundizando, va moviendo nuestro corazón y voluntad para exclamar, cautivados por su belleza: ¡creo!


Inició su camino como sucesor de Pedro desde el amor (Deus caritas est), lo continuó con esperanza (Spe salvi) y lo concluye con fe (el proclamado annus fidei).


Desde ahora cuida a la Iglesia desde la oración y el silencio (como él mismo dijo en la audiencia general del 27 de febrero de 2013)


¡ G r a c i a s  S a n t o  P a d r e !


Recemos por el nuevo Pontífice y por el Colegio de Cardenales (especialmente los 117 electores) en cónclave:
Dios Padre de bondad, que gobiernas con sabiduría y providencia el curso de la historia, dígnate concédenos, por medio del Espíritu Santo,  un nuevo pastor que encarne el ministerio del príncipe de los apóstoles; a fin de que la barca de Pedro, regida siempre por Jesucristo, no carezca de Su vicario, siervo de los siervos de Dios y signo de la unidad católica de la Iglesia santa y apostólica.

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