Ayer, como cada año, fuimos al Monasterio de Carmelitas Descalzas de la Diócesis para celebrar con las mejores vecinas de los seminaristas las Vísperas de la Fiesta de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote.
Presididas por nuestro rector y de la mano de las melodías de don José Ramón Estévez, nuestros corazones se unieron a la oración de la Iglesia para suplicar al Sacerdote Eterno que envía operarios a su mies.
Como siempre, agradecidos de que nos acogieran en la que sabemos es nuestra casa. Dios guarde ese palomarcico que nunca se cansa de rezar por los seminaristas.