¡Gracias, Santo Padre!
El miércoles 3 partíamos para Génova. En este hermoso lugar del norte de Italia pasamos un día (el jueves), recorriendo sus calles, entrando en sus Iglesias...y hasta comiendo los famosos helados italianos.
El viernes 5, por la tarde, llegamos a la "Ciudad eterna", Roma, en donde nos acogieron las Franciscanas Misioneras de la Madre del Divino Pastor. El sábado por la mañana tuvimos confesiones, y a la tarde el encuentro con el Santo Padre en el aula Pablo VI. Al término del cual tuvimos el rezo del Santo Rosario en procesión por los jardines vaticanos.
El domingo 7 amaneció muy temprano. Había que coger sitio. Después del madrugón y alguna que otra carrera...la mayoría conseguimos estar cerca del altar para celebrar la Eucaristía con el Papa: alegría, configuración con la cruz del Señor y oración. Después de la Santa Misa tuvo lugar, a las 12:00, el rezo del Ángelus.
Con un estilo muy claro y directo, sin florilegios ni adornos teológicos, el sucesor de Pedro nos recordó y afianzó en lo esencial de la vocación de aquellos que nos encontramos en camino de consagrarnos por entero al Señor en su Iglesia (seminaristas, novicios, novicias y jóvenes en camino vocacional.
El lunes 8 salíamos temprano hacia Milán. Allí nos recibió con las puertas abiertas la Parroquia en la que estuviera D. Santiago, el actual Vicedelegado para la zona oeste de la Delegación del Clero. En esta ciudad, además de callejear, vimos el impresionante Duomo y la primitiva Catedral que conserva la cátedra de s. Ambrosio.
Ya el martes 9 salimos camino de Ars. El miércoles celebramos la Eucaristía en la Iglesia de san Juan María Vianney. Por la tarde visitamos Paray le monnier, tierra impregnada de las apariciones del Sagrado Corazón, y Taizé (viendo, de camino, Cluny).
El jueves 11 partimos hacia Tarazona, la Toledo de Aragón en lo que a arte mudéjar se refiere. Allí estuvimos, hospedados en el Seminario, hasta el día siguiente (viernes) en que regresamos a Ourense.
Ante todo dar las GRACIAS a Dios. También a aquellas personas que hicieron posible esta peregrinación, material y espiritualmente; y a todos aquellos que nos recibieron con verdadero amor de hermanos.
No podemos dejar de recordar a D. Santiago, que nos acompañó todo el viaje (estando de cumpleaños precisamente el viernes que llegamos a Ourense). Dios le pague su compañía y la atención y dedicación prestadas.
Ante todo dar las GRACIAS a Dios. También a aquellas personas que hicieron posible esta peregrinación, material y espiritualmente; y a todos aquellos que nos recibieron con verdadero amor de hermanos.
No podemos dejar de recordar a D. Santiago, que nos acompañó todo el viaje (estando de cumpleaños precisamente el viernes que llegamos a Ourense). Dios le pague su compañía y la atención y dedicación prestadas.
OMNES, CUM PETRO, AD IESUM PER MARIAM
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