La Semana Santa de los seminaristas

Desde el pasado Domingo de Ramos, en el que comenzábamos la Semana Santa, las tareas se multiplicaban para todos los que formamos esta familia del Seminario ya que se acercaba el Triduo Sacro y había mucho trabajo que realizar: preparar el lugar de la reserva eucarística para el Jueves Santo, ensayos de cantos, preparación de las diversas celebraciones, reuniones de grupos... y lo más importante: la preparación de nuestro corazón para acompañar al Señor en su Pasión, Muerte y Resurrección.


Comenzábamos el Miércoles Santo con el Retiro que nos daba nuestro formador, don Isaac, invitándonos a aprovechar al máximo estos días santos al lado del Señor. Ya por la tarde acudíamos a la tradicional Misa Crismal presidida por nuestro obispo y concelebrada por una multitud de sacerdotes que llegaban a la Catedral desde diversos puntos de la diócesis para renovar sus promesas sacerdotales. En ella además se consagraba el Santo Crisma y se bendecían los óleos de los catecúmenos y los enfermos.


Llegado el Jueves Santo, celebrábamos el día de la institución de la Eucaristía y el Sacerdocio con una comida fraterna entre los seminaristas. A las 5:30 de la tarde acudíamos a la Catedral a inaugurar el Triduo Pascual con la celebración de la Misa "in Coena Domini". Al terminar llevamos el Santísimo desde el Seminario Menor al Seminario Mayor hasta el lugar que habíamos preparado en nuestro oratorio para Él. Así comenzaban los turnos de vela desde las 20:00 h. del Jueves a las 13:30 del Viernes. Durante toda la noche, hora a hora, estuvimos con el Señor acompañándolo en su agonía, de dos en dos, formadores, seminaristas y Hermanas del Amor de Dios. 

A lo largo de todos estos días, reunidos en tres grupos, nos preparábamos para cada celebración con reuniones en las que se explicaba el sentido de cada día para vivir mejor el misterio que celebrábamos.




El Viernes por la tarde teníamos la celebración de la Pasión del Señor a las 5 de la tarde y un Viacrucis en la Catedral (ya que la lluvia no nos permitió salir a las calles con la procesión del Santo Entierro).

Ya el Sábado, la mayoría de nosotos madrugábamos para estar a las 7 de la mañana en la Iglesia de la Santísima Trinidad acompañándo a nuestra madre la Virgen de la Soledad en la procesión de "os Caladiños" hasta la Catedral, en la que rezamos un solemne Viacrucis predicado por nuestro formador.


A las 11:00h teníamos otro Viacrucis comunitario, en esta ocasión con la comunidad parroquial de san Pedro de Moreiras.


 Y, tras una tarde de preparativos y oración contemplativa en el día santo de la sepultura del Señor, llegó el gran momento: la Vigilia Pascual!!!! 


A las 10:00h comenzaba esta hermosísima celebración de la Resurracción del Señor que este año fue muy especial ya que en ella María, una joven de nuestra diócesis, recibió los sacramentos de iniciación cristiana: el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía. Tras la celebración nuestro Obispo don Leonardo quiso compartir con nosotros el Ágape Pascual que tuvimos en su casa en la que nos acogió con gran alegría. ¡Gracias don Leonardo!


El Domingo de Pascua celebramos las Laudes solemnes y la Eucaristía en el día santísimo de la Resurrección del Señor antes de que algunos de nosotros saliésemos, como cada Domingo, a nuestros destinos pastorales y otros acudiesen a la Eucaristía de 12:00 h en la Catedral con el tradicional encuentro de nuestra patrona santa María Nai y el Resucitado y la posterior procesión del "Desplante" por parte del Cabildo a las autoridades civiles.

Han sido días muy intensos de oración y también gozoso trabajo en los que hemos trtado de estar con el Señor desde la Última Cena hasta su Resurrección. 

Con gran alegría podemos ya decir: ¡Cristo ha resucitado, aleluya!

¡Feliz Pascua de Resurrección!

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