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Beato Hno. Rafael





“Si alguna vez alguien leyera estas líneas, lo único que le pido es una gran caridad hacia ellas… que en ellas no vea doctrina ni enseñanza, pues no pretendo tal cosa.



Escribo lo que pienso, lo que se me ocurre de una manera sencilla y sin ánimo de hacer literatura”


Tomo como propias estas palabras del Hermano Rafael. Hace unos días me enteré de una gran noticia… el Hermano Rafael va a ser Santo. Un Santo además muy cercano en el tiempo, muy joven y, en días en los que las vocaciones a la vida consagrada escasean tanto, un Santo con un inmenso amor a la vida religiosa. Pero el Señor se lo llevó pronto. Algunos entendidos lo comparan con el siguiente fragmento bíblico: “Llego a la perfección en poco tiempo, llenó el espacio de una larga vida. Su vida fue agradable al Señor y se apresuro a sacarlo de un ambiente corrompido. La gente lo ve pero no lo comprende” (Sab 4, 13-14).
En esto me quiero detener, pues su gran amor a la vida religiosa y a la durísima vida de la Trapa es digno de admiración, pues en muchas ocasiones este Amor fue probado por el mismo Cristo: en el hambre, en el frio, en el sueño, en los duros trabajos y también en su enfermedad. ¿Cual es el secreto para superar con éxito todas estas cruces? El mismo Rafael lo repite innumerables veces en sus escritos “Que bonito es sufrir todo esto por Amor a Cristo”.
En días de conventos deshabitados, de claustros que no conocen la juventud pongo mis ojos en el monasterio de Oseira (http://www.monasteriodeosera.org/) con el que tengo una gran relación, estando allí en septiembre de este mismo año, desde una de las ventanas que da a la fachada del monasterio me fije en la cantidad de jóvenes que en excursiones de fin de curso, pasaron ese día al interior del monasterio, pero tengo que volver a decir con tristeza, que gran cantidad de jóvenes no conocen a Cristo, que el Hermano Rafael, mejor dicho San Rafael Arnáiz, señale caminos que jamás se deberían haberse abandonado. Caminos de luz, de esperanza, de renacimiento de la vida religiosa.


¡Solo Dios basta!


Hermano Rafael, intercede por nosotros los jóvenes para que sepamos entregarnos como tú.
Por José Benito Pérez Lopo